miércoles, 5 de octubre de 2011

Una Vocación en la Vida

Nunca me agradaron las personas que mientras yo era una niña me preguntaban si de grande quería ser médico, abogada, contadora o artista,  yo no lo sabía, que tal que quería ser astronauta o  imagínenme como un crack del futbol, ya lo había escrito  Antoine de Saint Exupéry  “Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.” 
Pero el tiempo corre más rápido que el viento y cuando entré a la prepa me tuve que responder la pregunta que tiempo atrás ignoré, tenía que empezar a elegir una carrera, debía pensar qué es lo que quería ser de grande, y si de algo me aseguré es que no quería ser una persona adulta que hubiera olvidado ser niña, no quería dejar de indagar ni de cuestionar lo que veía.
Me llegó la hora y entre consejos de la familia, sugerencias de la escuela, charlas entre amigos e incluso los test vocacionales, pude llegar a una conclusión, buscaría una carrera que me permitiera desarrollar la curiosidad que tengo por el mundo, y entre manuales para la inserción universitaria, descubrí Ciencias de la Comunicación, y aquí estoy, cuatro semestres después, con los deseos más grandes de estudiar lo que para García Márquez es el mejor oficio del mundo: el periodismo.
Como es lógico surgieron entre las personas cercanas a mí dudas sobre qué es lo que hace un comunicólogo y qué es de lo que vive,  y es que de acuerdo a cifras de la Revista Académica de la Fedración Latinoaméricana de Facultades de Comunicación, elaborada por Teresa Quiroz, en la actualidad, hay aproximadamente 500.000 estudiantes de comunicación en toda Latinoamérica y se supone que una vez que egresemos habrá trabajo solo para el 30%.
Pero esto se justifica por el problema de la falta de profesionalismo ya que muchos comunicadores ejercen sin título mientras que otros viven de ello habiendo estudiado otro campo de conocimientos, aunado a la tecnificación que está sufriendo la comunicación, por lo que cualquiera que tenga una cámara,  una computadora y otras herramientas ya se siente preparado para trabajar.
Muy a pesar de todo eso, iniciar los estudios en Comunicación es comenzar a transitar un camino repleto de saberes, conocimientos y prácticas que hacen de esta actividad algo completamente diferente a las carreras universitarias tradicionales. Es sumergirse entre experiencias propias y ajenas,  es tener un gran poder encima y optar incorporar  y compartir conocimientos nuevos a diario, es la satisfacción de descubrir buenas historias y poder contarlas con un estilo propio, es la razón perfecta para  saber aprender sobre la vida porque todas las relaciones humanas están condicionadas por la comunicación.
Es también, una forma de incrementar el capital humano y el cultural y de entender a la incomprendida interdisciplina, porque no basta con saber escribir bien, hay que conocer de psicología, literatura, arte, gramática, sociología, antropología, metodología científica y por supuesto matemáticas. Pero también, un comunicólogo debe conocer la realidad que le toca vivir, los problemas que aquejan a sus semejantes; tiene un poco de artista y un poco de adivino, pues debe ser sensible a  cómo funciona el mundo y a cómo podría funcionar, ya que es él quien ayuda a construir una forma de pensar la realidad.
Los comunicólogos, escriben discursos, guiones para radio y televisión, notas para periódicos, y desarrollan investigaciones.  El mundo de la comunicación es dinámico y desafiante. Es un proceso que pasa desapercibido para muchos por lo común que es, pero para gente como nosotros, es más que interesante, es nuestro alimento. Ser parte de la comunicación es fácil y normal, pero conocerla y disfrutarla puede tener como resultado la comprensión, el amor  y el descubrimiento de una vocación en la vida.
Diana Delgado

No hay comentarios:

Publicar un comentario