El
expresionismo es una corriente que buscaba, como su nombre lo anuncia, la forma
de expresar los sentimientos y las emociones del artista, en lugar de presentar
la realidad pre y post guerra que se vivía en Austria y Alemania a principios
del siglo XX. Las 249 piezas que se
exhiben en el Museo del Palacio de Bellas Artes, provienen a préstamo del Museo
de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.
El
movimiento se caracterizó por el resurgimiento de una técnica que consideraban
primitiva; el grabado en madera. Resaltaban, en su mayoría, las líneas toscas y
la estética plana propia de la técnica;
hecha a partir de pedazos de madera, lo cual, eliminaba cualquier intento de
profundidad.
La
xilografía y la litografía fueron los principales métodos con los que el expresionismo alemán se
extendió, sin embargo, también se utilizaron técnicas como; gouché, aguafuerte,
acuarelas, punta seca, carboncillo, pastel, óleo y tinta. Del mismo modo, se
usaban matrices en madera y metales, así como bases de tela y papel.
Los
colores fuertes, los tonos oscuros, las líneas retorcidas, la falta de formas
duras y la casi nula atención en la
perspectiva, resaltan la inestabilidad de los artistas, y sirven como reflejo
del sentimiento de la sociedad a través de escenas dramáticas. Del mismo modo,
surge la idea de la espiritualidad como un método de acabar con el materialismo y corrupción de la
época. Es aquí donde florecieron la abstracción, el simbolismo y el exceso de
color de Kandinsky y Franz Marc.
La
mayoría de los artistas de la corriente muestran un compromiso con los
problemas sociales y políticos de su tiempo, esto se ve más reflejado a partir
del inicio de la Primera Guerra Mundial, en donde los grabados destacaban por
los tonos negros y sus imágenes fuertes, mostrando heridos, familias separadas
e incluso las propias impresiones de los artistas que como ciudadanos, tuvieron
que enlistarse o participar en los servicios médicos militares. La desesperanza
se reflejó y a partir de ese momento y hasta la posguerra, el concepto del
expresionismo retomó un mayor compromiso.
A
lo largo de la posguerra y del establecimiento de las políticas de renovación
en Austria y Alemania, la sociedad dejó de confiar en el arte, entonces los
trazos se volvieron indiferentes, duros, sin formas claras, los artistas presentaban
autorretratos inexpresivos, hicieron un mayor uso de la punta seca y
aguafuerte; sin embargo, la xilografía y litografía fueron los más utilizados. Quizá
por la experiencia, pero cada vez los trazos eran más exactos, las perspectivas
más planas y la ausencia de color más notable.
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