sábado, 22 de septiembre de 2012

Surrealismo. Vasos Comunicantes



La capacidad imaginativa y la sugerencia de sus construcciones mentales significaron una revolución artística justo después del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Freud ejerció gran influencia en el movimiento Dadá y Surrealista, André Bretón se dedicó a estudiar el psicoanálisis y las conclusiones freudianas  a través de sus teorías sobre el mundo autónomo creado por los sueños, del automatismo de la mente; así como de la profundidad y oscuridad del inconsciente, a partir de estos estudios, nació la necesidad de expresar lo que se obtenía de los estados hipnóticos que los propios artistas se inducían con el fin de buscar en lo más hondo del pensamiento.

Sin tener como interviniente a la razón, la corriente surrealista construyó de manera poética una serie de métodos y estilos que permitieron descifrar los secretos internos y expresar un cúmulo de significados más allá de los latentes.

Para la exposición realizada en el Museo Nacional de Arte, MUNAL, participaron  alrededor de 60 artistas nacionales e internacionales  mostrando 120 piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, grabados, dibujo y video. Se le suma una instalación que simula un “cadáver exquisito” y una sala donde gráficamente se agrupan en un “café” y de manera cronológica, los artistas que dieron pie a la muestra.

En el sentido de pretender distinguir si una obra entra en el juego del surrealismo y siendo que no cuento con herramientas de análisis bien desarrolladas  podría considerarse quizá que algunos pintores latinoamericanos y europeos no son surrealistas, en el sentido de que no estaban preocupados por representar, a través o no de abstracciones, al pensamiento humano; siendo éste el objetivo principal que dio nacimiento a la corriente.

Y en lugar de ello, estos artistas  trataron de cubrir los requisitos gráficos, plásticos e incluso estéticos del surrealismo, dando la impresión de que se basan en un auténtico estudio del inconsciente a través de los sueños, sin llevarlo a cabo. Un ejemplo bien marcado en la exposición de esta disidencia es Frida Kahlo, quien personalmente rechazaba el mote de surrealista al decir que sus obras no podían pertenecer porque ella no pintaba sueños sino su realidad.

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